La suerte programada
El apostador intuye que tiene a la suerte en su contra, mil, diez mil contra uno etc. Digamos que NN ha trabajado un día como peón y ha cobrado su salario… 100 pesos, es un suponer… Si invierte 1 peso quizás pueda duplicar el sueldo y comprarse un par de zapatos como la gente… Arriesgaría NN 1 peso para ganar 100?... Probablemente sí. Las compañías fabricantes de aparatos tragamonedas parten de esa certeza. Lo saben. Sin embargo el ciudadano apostador piensa, desea y a veces a pesar de la experiencia insiste en creer que: Hoy sí, hoy se tiene que dar, hoy invertirá un peso y se llevará no 100, sino 200. Los diseñadores del artilugio bien saben que no es así ya que han condicionado al dispositivo para que de cada cien pesos insertados en la panza del aparato sólo se devuelvan 10, distribuidos al azar; lo que significa que si alguien invirtió 100 se le devuelven 10, es decir de los 100 iniciales le quedan 10 y perdió 90; como NN quiere recuperarlos invierte los 10 que le quedan y le devuelven 1, de los 100 iniciales le queda 1 y así sucesivamente. Este es el mecanismo más simple y más extendido, luego pueden existir mecanismos más crueles que prolongan la agonía de los 100 pesos iniciales o mecanismos que pueden interactuar con el apostador utilizando los niveles de ansiedad y expectativa que NN va demostrando, analizando la huella de sus apuestas a través de la frecuencia, el volumen y el riesgo asumido. No vaya usted a creer que son operaciones complejas, son cálculo estadístico simple que cualquier aparato por arrugado o anciano que parezca tiene integrado en sus circuitos. Ni el mecanismo ni la finalidad varían, lo que varía es el desafío que se le presenta a los incrédulos (que no creen en las teorías conspirativas) en esa realidad electrónica ya sea defenderse de un oso hambriento, ganar un campeonato de patín sobre hielo o pilotear un avión sin combustible. El resultado es siempre el mismo, aunque NN mate al oso con honores, patine por la cornisa del Empire State o logre hacer volar un submarino. El salario de NN cambiará de manos. Digamos que NN invirtió 100 y se va sin nada. Perdió… mejor dicho lo despojaron; de apostador voluntario esperanzado en que la honradez intrínseca del sistema impediría el robo a los ingenuos y confiados como él, ha pasado a convertirse en víctima de estafa, porque es una estafa ya que al acontecimiento hay que tipificarlo como robo con engaño. El botín se lo dividen el dueño de la máquina, el administrador de la sala de juegos y el estado. Si señor… el estado es cómplice y muy calificado. La lógica fiscal-impositiva, que funciona como guardaespaldas está pactada de antemano; deducimos los gastos, contamos las ganancias y dividimos por tres, porque jurídicamente hablando, tres son los integrantes de la banda (propietario, administrador y la dirección de impuestos) cada uno administrará el botín como mejor le plazca… hasta pudiera ocurrir que alguien practicara la filantropía y le regalara una monedita a los ciegos o que el estado creara nuevos empleos para los NN desocupados que no son pocos y para no crear déficit o que se desequilibre el presupuesto los retribuye con un sueldo de cien pesos por día y por cabeza y entonces todo el mundo puede recargar el móvil y el sistema cobra impulso y el estado basándose en la programación de la mala suerte (para todos por igual)por fin desemboque en una sociedad más afortunada donde los NN no dependan de una buena racha para vivir decentemente.
Jaime gimenez